viernes, 30 de enero de 2015

ISADORA Y EL PESCADOR

ISADORA Y EL PESCADOR,
Cuando la vi por primera vez,  yo pensé que el sol nacía en sus ojos, y que la fresa ardiente de su boca, tenía el rojo fulgor, que tienen los ocasos en otoño!.
Era blanca y limpia como  las azucenas y en su mirar profundo, habían olas azules y gaviotas.
Con bíblicos querubines no comparo, la angélica hermosura de su cuerpo, casi celeste y adornado con el crespón, que forman marineras y caprichosas las espumas.
Y sentí celos del mar tibio, que se metía en todos sus recodos y en sus lugares más profundos y secretos.
Cerré los ojos y me hundí en el paraíso de los sueños y allí sobre la arena húmeda y brillante sentí amor por la vida y le di gracias a Dios por mi existencia y por permitirme contemplar y sentir tanta belleza.
Días después descubrí que su nombre era Isadora, la del desamor… La que guardaba en su pecho una tristeza, porque un pescador la dejo sola y olvidada, en el letargo dorado de la playa.
Que el partió en el abrazo voraz de una tormenta y que ya nunca dejaría de nuevo, flores silvestres en su puerta.
Entonces llego Agosto y la soledad llovía sobre el alma e Isadora la del desamor cantaba con un dolor profundo,  quizás recordaba al hombre aquel que se marcho y que en el fondo del mar dormía cada noche, esperando quizás, a que su amada llegase llena de ternura paa besar sus labios, entre aquel primoroso derroche de algas, de caracolas y burbujas.
Y así fue que yo la vi meterse al mar un día y como un loco corrí para salvarla, pero al llegar a ella, vi que su cuerpo luminoso, tenía una hermosa cola de pez, brillante y azul, sus ojos profundos me miraron y sus labios musicales me dijeron:
Yo soy la sirena que un día dejo al mar, para acechar a un hermoso pescador, pero el mar me lo robo, y hoy he decidido regresar; en el recodo más oscuro yo se que encontrare su espíritu y quizás Dios en su misericordia me devolverá las primicias que un día me otorgo su compañía!!.. Dio un aletazo y repentinamente desapareció bajo las aguas!!...
Nunca antes yo conté esta historia, tan descabellada y prepotente, pero me atrevo a decirles, que años después yo regrese al mar y súbitamente y para mi sorpresa, ante mi emergieron dos figuras, la de Isadora y la del pescador y saltando con la agilidad de los delfines, me enviaron besos y sonrisas y con un aletazo, desaparecieron otra vez bajo las aguas!!...
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Besos y abrazos!!... Fabio A. Pabon M. CT.

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